Vivimos en un mundo que se desarrolla como un modelo único de organización política, social, económica y cultural, además de que limita la expresión personal, creativa y artística a una copia de modelos aceptados, es por eso que lo alternativo adquiere un valor especial. El movimiento punk se ha caracterizado por sus prácticas libertarias que representan, o por lo menos deberían, alternativas para otra manera de vivir, pensar, consumir y expresarse.
Es a mitad de los setenta del siglo pasado cuando el punk lanza un grito poderosamente estridente que se convierte en un fenómeno con resonancia internacional, un símbolo de lucha de jóvenes contra las normas del sistema. Durante años el término se relaciona con la libertad, la provocación y la discordia que se produce en una parte de la sociedad que quiere distinguirse y formar su propia realidad emancipada que da a los participantes un valor y un lugar especial en el mundo.
Como muchos movimientos contraculturales, el género punk rápidamente fue absorbido por el sistema, perdiendo su poder subversivo para convertirse en un mero producto comercial. Hoy en día hablar de punk como un estilo underground genera una nula resonancia en el mundo occidental, sin embargo, siempre surge en los momentos de la historia cuando la represión política, social y cultural se ve amenazada y se limita la libertad de expresión.
Este fenómeno está vinculado con el término subcultura, entendiéndose, como una lucha por el medio del estilo y la diferenciación de una parte de los jóvenes y los no tan jóvenes, en la sociedad contra las reglas generales que limitan la individualidad. Creo firmemente que este movimiento es una auténtica resistencia al capitalismo en todos los sentidos, desde la acción político-artística, como cambio social y cultural, al mismo tiempo como una forma de utopía para un mundo mejor.
El entendimiento del arte como revolución y acción directa desde las vanguardias históricas limita la dimensión utópica del mismo movimiento, el arte se funde con la vida en una expresión política directa que se propone cambiar la realidad, a la vez intenta crear un nuevo mundo con más justicia, igualdad y, por qué no decirlo, con un mayor bienestar.
La herencia más influyente en el modo es la práctica: ¡hazlo tú mismo! Elabora tu propio mundo, crea tu propia sociedad. Hoy en día esta práctica proporciona las alternativas para vivir de una manera distinta y para soñar con su transformación. Empezando por la manera de producir música apartándose del modelo capitalista de consumo que despersonaliza la creación. “La ética DIY”, por sus siglas en inglés Do it Yourself, se expande en los medios de comunicación libres, en los lugares propios que permiten la vida y la producción independiente, en los proyectos anti-autoritarios y autogestionados que intentan presentar una alternativa libertaria para la organización de la gente, sin olvidar, todas las formas de protesta que celebran la posibilidad de vivir una utopía en el espacio liberado, asimismo en los performances que están obligados a la denuncia de un sistema corrupto.
Corrijo, la única herencia del punk es, y debe ser, la resistencia, la que encuentra su potencial de ser una oposición al sistema que en al mismo tiempo abre camino para tener la posibilidad de un mundo diferente. No obstante, esto es sólo una utopía que se queda en unas líneas para una revista digital. Amigos míos “el punk está muerto”.
Autor: Alonso Vega
Kommentarer