Volví a Post Tenebras Lux (2012) después de un tiempo. Volví porque quería saber qué era lo que me había fascinado de esta película de Carlos Reygadas.
Cuando veo una película, trato de comprender sus múltiples mensajes. Trato de construir una interpretación y de abordar todas sus lecturas posibles. Uso la cabeza y, en ocasiones, cometo el error de ir hacia pensamientos exagerados o poco ilustrativos.
Esta vez, hice lo contrario. Quise Sentir antes que Pensar.
Vi a unos personajes sin chiste dentro de una historia sin razón de ser, como pensaría un sector de la crítica cinematográfica. Estuve frente a mi pantalla evitando las preguntas, evitando todos mis cuestionamientos y sólo observé. Me observé a mí y a todos nosotros. Observé a la humanidad y a sus contradicciones a través de un hombre que se resiste en una lucha fatigante contra él mismo. Me dejé llevar por un relato más allá de la ficción, que la trasciende, y que es un reflejo de nuestra existencia.
Post Tenebras Lux es una sucesión de instantes en la vida de una familia mexicana. La narrativa se diluye ante el paso del tiempo que nos presenta acontecimientos sin orden y con la única coherencia de los rostros que un hombre recuerda (¿o imagina?). Aquí conviven las malas palabras, el amor de un padre, la música regional y las fantasías ocultas. Todo en perfecta armonía. ¿Y qué significa armonía en Post Tenebras Lux? Significa dejar ser.
Y dejar ser significa –en el filme y en la realidad– enfrentarse a lo que uno es y a sus contradicciones sin oponer resistencia, ya que la resistencia es un signo indudable de la frustración. Mientras más severos somos con nosotros mismos y con nuestras acciones, mayor es nuestra ira y mayor es nuestro arrepentimiento.
Sólo después de la oscuridad y del enfrentamiento con lo que uno es viene la luz (post-tenebras-lux). Y la luz no es un remedio religioso ni una revelación absoluta sobre el universo. La luz se encuentra ahí, frente a nuestros ojos, siempre.
La luz es la vida que no ofrece respuestas a nuestras contradicciones, sino que invita a aceptarlas. La luz está en el viento que agita los árboles, en un desayuno con la familia. En las discusiones y en los desencuentros con el ser amado. Ésta es aceptación y una comprensión profunda de lo que somos bajo las sombras. Es la aceptación de la bondad y de la maldad como expresiones que se complementan.
La oscuridad nos enceguece a lo largo de nuestras vidas. Nos hace tercos, nos incita a reaccionar con violencia y a negar lo innegable. "Sé que estuve enfermo al final de mi vida. Ahora lo veo con claridad", expresa el hombre de Post Tenebras Lux. ¿Y cuál es la enfermedad del hombre moderno? El ensimismamiento; el exceso de razón.
Hay que aprender a Sentir tanto como se aprende a Pensar. Que el Sentir sea un acto y no una consecuencia.
El cine de Reygadas es un cine sobre el tiempo y no a pesar de él. Es un cine para el espectador que voluntariamente abandona sus prejuicios y que se inscribe en una experiencia -reitero- más allá de la ficción. Resuenan en sus cintas ecos de Andrei Tarkovsky, Robert Bresson y Carl T. Dreyer, autores de los que escribiré en otro momento y cuyos aportes son importantísimos a la hora de entender la historia del séptimo arte.
Ahora queda solamente meditar las infinitas posibilidades que el cine como arte ofrece. Busquemos otros modos de ver, de sentir y de pensar al cine lejos de lo convencional, lejos de lo que arbitrariamente se asume como norma para el espectador. Busquemos, asimismo, otras formas y otras ventanas para observar la vida, sin la cual, nuestras voces no tendrían sentido.
POR MIGUEL SANDOVAL.
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