Pensando en la realidad a la que se enfrenta el periodismo y el rock, dos universos que no se llevan del todo bien; me pregunto, ¿el periodismo de rock realmente existe en México? En una entrevista de hace ya bastantes años, el músico Frank Zappa mencionó “Los periodistas de rock son gente que no sabe escribir, entrevistando a gente que no sabe hablar, para gente que no sabe leer”.
“Los periodistas de rock son gente que no sabe escribir, entrevistando a gente que no sabe hablar, para gente que no sabe leer”.
Hace no mucho, había un mundo en el cual la gente necesitaba de los periodistas para enterarse qué era de la vida y obra de sus ídolos. En aquella realidad, cualquier profesional especializado en música estaba mucho más informado -o por lo menos debería- que los “fans”. Los periodistas eran los intermediarios indispensables para unir los dos aspectos esenciales: el grupo de los músicos y artistas con el de los seguidores, o sea, los fanáticos, entiéndase, los que pagan por la mercancía.
El mundo ha cambiado, eso me queda claro. Si hay dos industrias que pueden dar fe de ello son, precisamente, la musical y la periodística. Hace no tanto tiempo, solamente podía publicar aquél que tenía acceso a una imprenta, a una licencia de emisión, una concesión o algún medio de producción, era un modelo unidireccional. Al eliminar esa condición esencial se modifica el concepto de empresa periodística tal como lo conocemos hoy en día.
Entonces comienza lo más interesante, eso que ningún libro teórico puede explicarnos, ¿cuándo el periodista pasa a un segundo plano? ya cualquiera puede comunicar y todo puede ser investigado. Pasa exactamente igual con la música, lo fácil que es grabar un disco y reproducir tantas copias como se puedan pagar ¡parece una broma! Esto explicaría tantos eps y lps basura. Bueno, pero eso es material para otro día.
El denominado cuarto poder poco a poco ha ido perdiendo su estatus de credibilidad y de fiabilidad, sobretodo el dedicado a la música estridente… “al ruido”. El periodismo de rock tiene un espacio muy limitado a diferencia de otros, los medios dedicados a esta música y subgéneros son ínfimos. Nunca veremos a los de Ventaneando hablar sobre Atoxxxico o Maligno, por ejemplo.
Dentro de los medios impresos la presencia de este género periodístico es prácticamente invisible, no se diga en televisión o en radio, donde los espacios son bastante cuantiosos. Es en internet donde se congrega la mayor de concentración de espacios dedicados a este tema, no obstante, la calidad deja mucho que desear.
El periodismo no se debe tomar a la ligera, el oficio del periodista va más allá de mitologías y de tertulias, si bien se trata de un oficio como cualquier otro; con sus rutinas y sus peculiaridades, con sus atajos y sus ventajas, no muy diferente del que llevan a cabo otras profesiones. Son muy pocos de sus practicantes los capaces de ejercerlo produciendo algo que vaya más allá de la mera comunicación de los hechos o de las “lamberías de huevos”. Son contados los periodistas que elevan su trabajo a arte, siquiera menor, porque no es un oficio fácil, ni se ejerce en una industria tolerante o inclusiva, estás expuesto a que una verdad sea tomada como insulto, o peor aún como envidia o resentimiento porque tú no estás arriba de un escenario.
¡Lástima! yo no vengo hacer “periodismo complaciente”, no vengo regalonear a las bandas, no me interesa la “camadería de la escena”. Agradezco en suma el espacio, pero principalmente el apoyo de #Nosomosrockstars por no censurarme, por dejar que mis dedos escriban lo que mi cabeza piensa, ¡eso periodismo chingada madre!
Que las piedras sigan rodando, desde mi escritura parasitaria nos vemos en el próximo rock.
-Alonso Vega
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